Con la edad, nuestro cuerpo se hace vulnerable y susceptible ante el riesgo de deficiencias y discapacidades, entre las que destacan aquellas que afectan la vista. Desafortunadamente, muchas personas creen que ir perdiendo la visión es inevitable o hasta normal cuando se llega a la tercera edad, sin embargo, esto no tiene que ser así. Con los cuidados debidos y una atención oportuna, es posible mantener buena salud visual aún después de los 60 años.